miércoles, 7 de octubre de 2015

Hubiera

Le saludé y no solamente me ignoró, a la par pulverizó uno a uno cadacachito de los pedazos de mi corazón que estaban por ahí, regados, luego de que se rompió tras ver esa foto en la que otro la abrazaba.

A decir verdad nunca fui el más sincero en cuanto a mis emociones se trataba, y en esta situación, ni en sueños me atrevería a decirle "estoy celoso, te quiero conmigo", lo más heroico que hice fue escribirle: hey, ¿como estas?
Pero ya te digo, me ignoró. Y no soy víctima, que se entienda, es lo mínimo que merezco, hoy por la tarde, después de comer me he dado un buen baño y no he podido hacer más que pensar en ella. 

Pensar en ella es como un libro de interminables capítulos, que seguro si tuviera fin, sería un: continuará. 
Recordarla por el aroma del jabón y escuchar en mi mente su voz pidiendo el agua más caliente. Es dejarme llevar por el impulso de revisar charlas antiguas (cosa que jamás antes habría hecho, eso no es lo mío, lo que pasó ya está en el pasado, lo que viene es lo que importa) pero, después de verla con alguien más, las cosas cambiaron. Encontré cuantas canciones me envió, con una implícita dedicaoria, canciones de las que jamás me percaté. Por fin leí ese artículo que me compartió (muy tarde), pude contar meses enteros en que no le puse ni la mínima atención, ella al menos me ignoró, yo ni de sus mensajes me percaté. 

Esas notificaciones que detesté con frases más empalagosas que la miel, hoy serian diamantes para mi. Pero no, ya no está, ya no piensa en mi cuando escucha a Silvio, ni mucho menos enciende conmigo el cigarro con Sabina de fondo, ahora la trova, es parte de ellos, 19 días y 500 noches pasaron antes de que yo pudiera darme cuenta de le cerré la puerta con un tono de no vuelvas. 

Si hubiera sabido lo mucho que me arrepentiría, si al menos hubiera tenido una escena de este momento, una degustación de esta amargura que me recorre la lengua y el cerebro. 
Hubiera hecho, hubiera dicho; le hubiera dicho que no habría cabellos en mi auto que pudiera soportar, a menos que fueran de ella. 

Hubiera llevado serenata a su ventana aquel día de su cumpleaños, hubiera escrito otra carta sin corrector. Le habría tomado de la mano aun en esa discusión en la que le partí el corazón, en esa en la que estúpidamente, defendía mi error, esa en la que ella, ella tenía razón. 

Hubiera acortado esas vacaciones con mis amigos para ir con ella al viñedo, hubiera disfrutado tanto en sus brazos si de tiempo definido se trataba, le habría demostrado lo que sé sentir. 

Pero no, yo era muy objetivo en esas cosas del amor, siempre lo dije: no todo es amor, las cosas no son tan dramáticas, no te quieren buscas otra, te gustan disfrutas, no hay mas, NADIE HA MUERTO DE AMOR
¡Vaya error! Una vez más se salió con la suya, me demostró que sí, si es eterno, si existe y sí, si se pierde. 

¿Lo amará como a mi?, ¿lo besará como a mi?, ¿le cantará como a mi?, ¿le hablará sobre mi? Me siento tan perplejo y descocertado, no entiendo qué es esto, no lo había sentido antes, es el internet, se soluciona dejando de ver lo que hace. Pero no, es una realidad que había imaginado tantas veces, que creía dominada y superada, pero la vida es contigo como eres con ella, y yo, bueno, no fui el mejor. 

La curiosidad y la imaginación, pueden ser tus peores enemigas si se lo proponen y José Luis Perales, otro peor, que de donde es, que como se enanoraron, quizá y ni cumplan un año de novios y yo ya me inventé la boda. Pero hace semanas, ni la recordaba en mis contactos. Y es que el amor es así, cuando lo tienes o seguro lo crees, ni por el te preocupas, pero cuando se va, pareciera que te falta más que el aire. Que la desesperación te ahoga y que los recuerdos te apuñalan. 

El yo que conozco, diría ya está, ni modo! Y saldría por una cerveza, o diez, para convencerme lo buena que es la vida, lo afortunado que soy de que no esté ella aquí, diciéndome lo malo que es el alcohol para mi hígado, o que no podré jugar con nuestros nietos si sigo bebiendo como si no existiera un mañana.
Pero este nuevo no, se lamenta, siente algo que no deja pasar la cerveza de mi garganta, siento un nudo, ahí donde debería estar el hígado, porque seguro, ahora lo cuida a él, porque quizá, ahora ni de mi se acuerda, como yo lo hice con ella. No puedo sacudirme la sensación, porque se convirtió en sentimieto, y en mala hora, la emoción se vino a convertir, ahora, se llama amor. 

Y ya ¿para qué?, si ahora sólo puedo pensar en todo lo que hubiera... Pero el hubiera, igual que mi futuro con ella, no existe. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario