sábado, 23 de julio de 2016

Cásate con él.

Cuando supe la noticia (por que la supe antes que tú) me emocioné mucho, pero cuando vi en esa foto tu sonrisa, me conmovió en verdad. Me lamenté no haber podido estar ahí, pero lo dejé pasar ya que fue por la misma razón que ustedes se unieron: amor. 
Me puse a pensar en cómo estás, quise llamarte pero tenía este sentimiento tan a flor de piel que decidí invertir unos minutos más para escuchar tu estridente "¡estoy feliz!" al teléfono. 


Estoy feliz por ambos, por él porque eligió a una mujer increíble y por ti, porque tienes a tu lado alguien que realmente te ama. Entonces, cásate con él, y no porque te lo propuso, proponer matrimonio es sólo un trámite a veces, muchos lo ven innecesario y sólo se platica, cásate con él porque ha estado pensando en ti, desde hace muchos meses cuál era la mejor manera de hacerte esa pregunta. 


Cásate con él, porque no está proponiéndote "intentarlo", "ver que sale", un mediocre "conozcámonos", ni un conforme "vivamos juntos". Cásate con él porque es un hombre seguro de lo que quiere, de dónde y con quién lo quiere. Cásate con él, porque ha tenido errores y ha sabido enmendarlos, porque tiene defectos que lo hacen perfecto para ti, cásate con él porque a pesar de cualquier circunstancia ha estado a tu lado.


Cásate con él porque no hay otra forma, lugar o persona que haga vibrar a tu corazón de esa manera, cásate con él porque sus planes son contigo, porque no ve la vida sin ti, ni tú sin él. Porque han tenido diferencias y disgustos, pero más días increíbles, momentos mágicos e inolvidables, por eso y porque ante todos han dejado claro que nacieron el uno para el otro, no para estar en el mismo camino, están completos y no necesitan mitades, pero sí para recorrer de la mano sus caminos: su vida.


Y por último: cásate con él, o mejor dicho: cásense porque han tomado una decisión crucial en sus vidas, algo que muy pocos alcanzamos a dimensionar: elegir con quien pasar el resto de sus vidas, apenas puedo imaginar lo maravilloso que debe sentirse que esa persona que tienes enfrente esté segura de que tú eres la mejor persona sobre la tierra y que quiera llegar hasta sus últimos días contigo. Por que como leí hoy: "porque con amor, hasta morirse es bueno". 

martes, 5 de julio de 2016

Necesitas equivocarte más.

Estaba como pasmada, estaba algo así como en shock, me acababa de dar cuenta de que no había mucho más que pensar pues mi mente ya estaba situada en el futuro, resolviendo lo que se venía, solo me estaba auto-engañando al creer que aún había más opciones, pero no, en realidad ya sabía lo que quería, al hacerlo consciente, automáticamente me rodó una lágrima y casi como magia, sonó el teléfono.

Fue una de esas Diosincidencias que por milagro a veces suceden, te ponen en el lugar, hora, modo y tiempo perfecto. No tuve mucho más que decir, supo perfectamente como estaba, mi voz entrecortada dejó ver más de lo que tenía pensado contar y con un suspiro, antes de terminar el saludo, me preguntó: ¿qué pasó?, parece ser que tenemos un botón de llanto desbordado e involuntario que se activa con ciertas frases, esa fue una de ellas.


Terminé de contarle, como siempre sucede, a medida que expulsas en forma de anécdota todo lo que pasó, el llanto cesa y tu respiración vuelve poco a poco como la de un niño en preescolar en su primer día de clases volviendo a casa. Sin mayor problema, con toda la serenidad me respondió: "necesitas equivocarte más". De un golpe, mis pupilas reaccionaron, mi sangre se detuvo y mi expresión cambió en milésimas de segundo.



Antes de que pudiera comenzar mi dramatización: interrumpió, "es claro que si te encuentras en una disyuntiva de ese grado, es porque no has aprendido lo suficiente, de haberlo hecho, no habría una segunda opción". Maldita sea, tenia toda la boca y todo el enunciado repleto de razón, era algo por lo que ya había pasado una, otra, otra y otra vez, no, espera... y otra vez, pero seguía sin entender. Algo pasa con esa adicción a equivocarnos, es la vida salvándote de lo que NO es para ti, de lo que NO debes hacer. Pero cierto, poniéndote justo en donde TIENES que aprender.




lunes, 4 de julio de 2016

Sobre mentiras

A propósito de mentiras, por varios mese, años he sido parte, testigo, autora y victíma de algunas mentiras, hoy después de meditar, me dí a la tarea de encontrarle un propósito a las mentiras, de encontrarle un lado diferete al que le encuentran la mayoría de las personas, despues de todo, no deben ser tan malas si a algunas las llamamos "piadosas".


Es un hecho que no tuve mucho éxito en mi búsqueda, pero entendí algo, entendí que las mentiras son como los fracasos, no se sienten bien pero nos enseñan mucho más de lo que pensamos, nos mantienen algún tiempo en medio de una ilusión, pero al finalizar la ilusión nos enteramos de la realidad que estaba detrás de ellas. Entendí que a medida que descubrimos una, como plaga vienen mil más. También llegué a la conclusión de que eso pasa porque cuando mentimos, no nos queda de otra que seguir inventando mentiras para ocultar las otras, pero, ¿qué clase de seres "pensantes" somos? Si está demostrado que la única característica irrefutable de las mentiras es que SIEMPRE se saben.

Tenemos claro que en algún momento se descubrirán y aún así preferimos decepcionar ilimitadas veces. Las "mentiras en acción" nos dejan ver lo "creativos" que podemos llegar a ser para decir, hacer, esconder o cambiar la realidad. Pero las "mentiras desactivadas" nos dejan ver un poco de lo malos que podemos llegar a ser, de cuánto estamos dispuestos a lastimar.


Pero si, si tienen un propósito, las mentiras nos vuelven presos del miedo, de la duda y de las eternas heridas que pueden causar, ese miedo que sólo se va cuando encontramos a alguien que nos demuestra, contra cualquier probabilidad que en él (ella), si podemos confiar.






Primeras y últimas veces

Siempre habrá una última vez, al igual que hay primeras veces, de cualquier modo terminan matándote o haciéndote renacer. Como la primera vez que ingenuamente te diste cuenta que te enamoraste. Y esa inolvidable primera vez que te hicieron trizas el corazón,
El sudor de tus manos durante tu primer beso. Seguramente del primer adiós que dijiste no te acuerdas, pero si del que más te dolió decir, peor aún, del que más te dolió escuchar.


Ni hablar de aquella vez en la que apostaste hasta el alma, sin probabilidades de ganar y en efecto perdiste, o esa, precisamente en la que ganaste más de lo que dimensionabas y tu felicidad desbordó cualquier límite. Siempre habrá una primera vez en la que entiendas a que se referían con las crisis del cuarto de siglo, porque te pegará, y pegan duro.


Habrá siempre un momento inoportuno, una mirada o un perfume en plena calle que te haga recordar esos ojos, esos por los que justaste que existía el amor a primera vista y de pronto y de golpe llega aquella primera carta, aquel primer empleo y esa última discusión, ese día en que cerraste el libro y lo devolviste a la biblioteca sin empezarlo.


Solo queda claro que siempre hay una primera vez para todo, y unas dejan más huellas que otras pero todas, todas esas primeras y últimas veces nos dejan diferentes, llenos o incompletos, ninguna sucede por casualidad, todas pasan por que las necesitábamos, porque si te pones a reflexionar, había algo que aprender en cada una de ellas.


Al ritmo de las gotas

A diferencia de muchas personas, la lluvia no me daba miedo, el sonido del agua en medio de la noche me tranquilizaba. Era más bien una especie de catalizador de recuerdos, mientras sabía que otros imaginaban movimientos y ruidos inexplicables, yo con todo el valor de que dormiría sola me senté en la mesa, mirando a la ventana y al ritmo de las gotas inevitablemente me  puse a pensar.


Y pensé en todo y en casi nada, en las tardes de sol tejida en el tráfico, en las noches de luna llena y en aquella noche matizada con ese cielo estrellado que algunos dicen que "no pasa". Me detuve casi como parada obligada en mi hoy, en este nudo de preguntas que me estorba en la cabeza y entendí que de deshacerlo era el momento.


Hice un trato con mi té, al que se le escapaba el calor de la misma manera que a mi la nostalgia. Acordamos que al ritmo de las gotas caerían frente a mi todos esos miedos, disfrazados de dudas que hoy venían a hacer ruido igual que la lluvia. Así fue, fueron cayendo una a una y a medida que el cielo se tornaba menos trazado de nubes, fui descubriendo que los miedos no eran más que soldadillos del corazón.



De un corazón que al recordar su sitio comenzó a latir al ritmo de las gotas, no era taquicardia, era su saludo, su reclamo discreto por no haberle escuchado antes, pero estábamos ya reunidos y sin tanto lío nos hablamos derecho, como lo hacen aquellos que se les acabo el tiempo destinado a perderse. Y, al ritmo de las gotas, nos terminamos aquel té, se consumió esa vela y se redujo el inventario de nubes, de miedos, de dudas.

Él

Es alto, de la cabeza a los pies, como de la cabeza al cielo, su piel morena es la más suave si te atreves a tocarla con el alma. Su cabello, cual oscura soledad son. Sus ojos, tan claros, tan brillantes, tan hermosos que sin pensarlo robarías su mirada.



Esa mirada tan tierna, tan dominante, esa mirada soñadora, cautivadora, de la que una vez encantándote ya no puedes escaparte.De sonrisa que encandila como un nuevo día, su boca, tan perfecta, deliciosa que solo provoca una cosa; robar sus exquisitos besos, tan irresistibles, tan apasionados, llenos de un ingrediente que yo he disfrutado, ese par de labios en el que ansío perder mi último aliento.

Cada uno de sus rasgos son como de un gitano que mi corazón ha hechizado y que intenta enamorarlo. Sus brazos son fuertes, formados, puestos frente a mi sólo para provocarme anhelar estar prisionera de ellos y despedir la respiración en un eterno abrazo.


Es él, en momentos tan dulce e imposible es ignorarlo y no caer en su lecho rendida. Es muy alegre, como nadie que haya conocido, su alegría es contagiosa que no evito sonreírle.
Todo él es maravilloso por fuera como en su interior, todo él es un delirio que ya no puedo contener.

martes, 17 de mayo de 2016

Déjame

Te he extrañado desde que tu ausencia se convirtió en mi madrugada, en mi mañana, en mi tarde y en mi noche, te he extrañado desde que decidiste dejarme con la sonrisa vacía y llevarte contigo un poco de mi, te he extrañado cuando me he encontrado hablando conmigo misma de todo lo que no te pude decir, cuando pienso en tus poemas que me hacían soñar y te he extrañado pero mas me he extrañado a mi, a quien de verdad soy y que sólo tú valoras.


Déjame conocer cada parte de tu cuerpo, como si estuviera explorando un planeta nuevo, como si mi propósito de vivir fuera descifrarlo.
Déjame enamorarme de tí de la manera antigua, con calma, sin apuros ni presiones, así lenta y profundamente. Déjame curarte de esos amores que no sirvieron antes de que yo llegara, de esos que no tenían sentido hasta que yo aparecí. Déjame entenderte, descifrarte, resolver cada misterio que llevas en tu corazón y sentirme a gusto con ellos.



Solo déjame ser tuya, porque cuando lo sea no seré de nadie más. Porque quiero estar contigo.
Quiero poner mis piernas sobre tus muslos mientras te abrazo. Quiero poner mi mejilla en tu pecho y escuchar tu respiración mas de cerca. Quiero que te topes con mis besos mientras examinas mi cuello. Quiero hacer el amor contigo, pero antes quiero estar contigo de una forma más tierna, cariñosa, y única. Quiero que me conozcas, quiero conocerte, quiero ver tus gestos mientras duermes. 

Quiero verte bailar, verte reír y verte llorar. Quiero que nos enamoremos por lo que somos.
Quiero que te enamores de mi como nunca te has enamorado. Quiero ser la única a la que puedas confiar algo vergonzoso sin sentirte mal. Quiero ser la única con quien planees vivir, quiero ser tu mejor amiga y estar presente en cada imagen de tu futuro. Quiero que te sientas especial, que sepas distinguir entre los "te quiero" a mis amigos y los "te amo" para ti.


Quiero que entiendas que a ninguna mamá le digo lo increíble que son sus hijos si no es a la tuya, quiero que sepas diferenciar como extraño a la gente y como te extraño a ti, que   entendamos que por el otro dejamos y tomamos todo.


Quiero que hagamos cosas que parezcan sin sentido para todos, pero que para nosotros lo tengan, quiero sentirme única, y quiero que tengas celos solamente de tu recuerdo, que hagamos las cosas bien (bastante bien), cosas que queden grabadas en nuestras memorias y en los cuadros de nuestra sala. Quiero todo esto contigo. Y sólo contigo.




Y si...

Eran las nueve de la noche. Volvía a mi casa. De pronto, se me ocurrió pensar. ¿Y si ibas en alguno de esos autos que iban por la calle? ¿Y si ya te conozco? ¿Y si vives lejos o cerca? ¿Cuántas veces pude haber pasado a tu lado sin darme cuenta, sin que ello cambiara mi rutina en lo más mínimo? ¡No puedo saberlo! Solo puedo seguir viviendo como si nada y esperar que algún día no pasarás de largo, que algún día nuestras miradas se cruzarán y nuestros corazones se encontrarán.


Es posible que en mi niñez o durante mi adolescencia te haya conocido. ¿Y si nos presentaron, nos saludamos y seguimos cada uno por nuestro camino? ¿O tal vez sí nos conectamos y ahora somos totalmente comunes para el otro, solo que no sabemos lo especiales que seremos algún día? Algún día. Algún día tendré las respuestas.


En este instante, frente a la pantalla del teléfono me pregunto qué estarás haciendo. ¿Pensarás en mí como yo pienso en ti? ¿O ni siquiera se te ha ocurrido que yo pueda estar preguntándome estas cosas? Espero que estés bien. Puede que estés cerca, en esta misma ciudad, jugando fútbol con tus amigos, anotando un gol. O puede que estés dormido después de la borrachera de ayer y sin acordarte de nada. Espero que no. De pronto, estás pasando tiempo con tu familia o estás estudiando para el examen de la próxima semana. Puede que estés trabajando. Incluso puede que, donde estés, sea una hora distinta a la mía. ¿Y si estás triste pasando por alguna dificultad? ¡Cómo me gustaría que me sintieras pensando en ti! ¡Cómo quisiera conocerte desde ya para amarte como a nadie!


Sin embargo, ahora que lo pienso bien, ya puedo amarte. Eres una de las razones por las que me levanto cada día a estudiar y por las que hago ejercicio. Por ti que voy a misa los domingos y rezo para que tu novia te cuide, respete y ayude a convertirte en la persona que espero. Por mi parte, yo tendré buenos noviazgos cuidando a mi pareja porque también por él alguien espera. Por ti ahorro en vez de gastarme el dinero en bobadas, por ti me esfuerzo, por ti me cuido y me respeto. Porque tengo que hacerme merecedora de ti. Tengo que ser la mujer que quieres, la futura esposa que tu madre sueña, la mejor mamá para tus hijos. Lo hago porque espero y sé que tú estás haciendo lo mismo, que también estás construyendo con esfuerzo y dedicación, con todo el amor del mundo, a esa persona con la que quiero envejecer.



Ya no siento frustración. Ahora sé que desde este momento puedo amarte y conocerte. Desde ya quiero guardarme para ti, para así darte lo mejor de mí. Porque merecemos lo mejor que nos podamos dar. Porque nuestro amor y nuestros hijos valen la pena y no pueden improvisarse. Por eso, desde ya te soy fiel y construyo un buen camino hacia nosotros. A pesar de mis defectos incorregibles me vas a querer y yo igual. No será fácil, vamos a tener que esforzarnos y llegarán momentos en los que querré nunca haberte conocido. Pero, al fin y al cabo, exploraremos juntos el verdadero significado de la felicidad. Al fin y al cabo, valdrá la pena cuando te vea brillar en los ojos de nuestros hijos.


¿Y si te demoras en llegar? No importa. Esperaré con paciencia. Porque esta espera no es una espera de desesperación, es el comienzo de esa felicidad nuestra. Porque sabemos que el verdadero amor es desde hoy, porque no esperarte sería regalarme al mundo, rendirme ante el materialismo y el desamor, ser un objeto más sin sueños ni esperanza.
No sé si estás lejos o cerca, si eres alto o bajito, si te gustan los mariscos o prefieres la carne. Ni siquiera sé cuántos hijos quieres, si quieres viajar o en qué medida compartes mis convicciones. No sé si te conozco o si te conocí; tampoco cuándo te conoceré. Sólo sé que te quiero amar de la forma más perfecta posible. Quiero, ese día en el que sepa que eres tú el hombre al que dirijo esta carta, poder entregártelo todo sin excusas, sin haber dejado nada en el camino, sin regalos a medias. Y, así como yo espero por ti, quisiera que tú esperaras por mí.


sábado, 23 de abril de 2016

Vuelo 8472

Faltaban meses, semanas, días, y al final: minutos. Son estos los minutos mas largos que he vivido. Mi vuelo era el 8472, pero mis pasos parecen eternos, los pasillos parecen no tener fin, no puedo explicar como es que este reloj no avanza, ¿es que acaso de este lado del mundo los minutos duran mil segundos? Es que toda la unión Europea ha conspirado en postergar el momento en que pueda llegar a abrazarle. 



El vuelo 8472 ha sido el más largo y pesado que he tenido, todo parece transcurrir en cámara lenta, las luces, las personas y las señales están incluso lejos cada vez más. Pero no hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla, aterrizó el vuelo 8472, en las pantallas se actualizó el estatus, pero no más rápido de lo que yo caminé, caminé casi corriendo, y por fin, se abrió la puerta automática y pude verle, estaba ahí, perfectamente pude ignorar el aeropuerto entero, el letrerito que hizo para mi y la flor, nada podía robar mi atención más que él, más que sus ojos, más que esa sonrisa infinita y sus brazos rodeándome perfectamente.


No había más nada, no había clima, destino, vista ni experiencia que anhelara más que esta, que tenerle frente a mi. Le pedí que me abrazara fuerte, ya sabia que en esta parte, normalmente es cuando despierto y me doy cuenta de que todo fue un sueño. Pero era real, parecía como si sus besos, su sabor y su mirada se hubieran quedado congelados en una especie de trampa espacio-tiempo. 


Pero era real, volví a ver la pantalla y en efecto, vuelo 8472, ya estaba aquí, junto a él, podía morderlo y tocarlo. Sin necesidad de cerrar los ojos para imaginarlo, Podía abrirlos para ver mi reflejo en los suyos, para sentir como era cierto: siempre estuvimos conectados, pero hasta hoy, volvimos a estar juntos. 


A partir de este momento sólo quiero que sean sus pies los que voy a cuidar al atravesar la calle en una ciudad que ni su nombre conocíamos. Quiero que sea su mano la que me guíe cuando no tenga la mínima idea de donde estoy. Ver junto a él los mejores amaneceres e inigualables atardeceres, quiero reír y llorar enredada en sus brazos, quiero tocar su cara y ponerme de puntillas para decirle al oído lo feliz que estoy por poder volver a ver el color de los ojos de quien me ha hecho conocer el amor. 







Hacía frío.

Hacía frío, pero no de ese frió que te impide moverte, no del que te hace temblar o te secuestra en cama. Era frío diferente, del que te obliga a salir de casa, a resbalarte en el hielo y conocer esa solitaria cuidad, todo lo anterior, solo como el pretexto perfecto para tomar su mano y caminar de ella. 


Hacía frío de ese que hace que sin pedirlo me abrazara, del que lo empuja hasta colocarlo frente a mi y lo obliga a cerrarme el botón de mi abrigo, mis labios con sus besos. Hacía frío de ese que te hace cometer locuras como entrar en una piscina al aire libre y experimentar una perfecta pero muy extraña dualidad.

Hacía frío raro, de ese que hace que hasta el sol se esconda y se cobije de nubes, ese del que atrae auroras boreales, ese que por las noches inspira 23 eternidades, frío del que sólo desaparece con ron o con una salsa después de 9 meses.



Hacía frío del que no se explica, de ese que sólo se siente cuando en medio de la noche, en el centro de tanta oscuridad, a kilómetros de Reikiavik, detrás de una cascada a punto de congelarse, con los ojos clavados en el cielo, cazando maravillas, bebiendo chocolate. Hacía frío, de ese que sólo se siente cuando tienes a la persona capaz de quitarlo.


miércoles, 6 de abril de 2016

Esperar a alguien es como callarse.

Porque al final uno acaba entendiendo que esperar a alguien es como callarse, y que sólo cuando uno va se dice “te quiero”. Porque a veces hay personas a las que no llegan trenes, y uno tiene que ir andando. 
Y soportar la distancia recorriéndola, y no quejándose de ella. Porque al final la soledad sólo es un prólogo que dura hasta que dejamos de cerrar la puerta, con la intención de que alguna persona se atreva a llamar.


Porque a veces, y casi siempre, hay mucha gente que se queda en el umbral, con el miedo impidiéndoles acercarse del todo. Y uno entiende que la vida también sigue sin nadie, y que el sol brilla, y que el cielo vuelve a vestirse de azul bonito, aunque nos sintamos tristes. 


Y que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos cuando no nos importa salvarnos. O al menos intentarlo. Y que de nada sirve amar las cicatrices de otro, si ni siquiera podemos aguantarnos la mirada. O de nada sirve pedir que nos acepten, si vamos juzgando a los demás sin conocerlos. 


Porque las personas son más de lo que dicen, y lo que callan hay que aprender a escucharlo con el tiempo. Y con el tiempo uno entiende que acostumbrarse es otra forma de morir, y que hasta lo sano resulta dañino si no aceptamos que hasta lo bueno termina.
Porque se vive sintiendo, y no hay otra forma. Y ojalá nos demos cuenta de esto antes de que vivir se nos vuelva cuesta arriba y subir nos sea más difícil. 



Ojalá amemos lo máximo posible antes de que no tengamos un cuerpo al que mirar cada mañana. Y una boca a la que vestir con cada beso. Y una mano en la que encajar con nuestra mano. Y un atardecer que contemplar al lado de alguien, pensando que, al final, no todo ha salido tan mal como esperábamos.