jueves, 14 de enero de 2016

Decidimos ser, juntos.

Aprendimos en un par de meses que basta con que nos despertemos con prisas o bajo presión para que el día comience mal, aprendimos que no llegamos más tarde si nos despertamos con un beso lento y perdiendo nuestros dedos entre nuestra frente, si jugamos con nuestro cabello un par de segundos para que el día pinte diferente y que el desayuno nos sabe mejor si lo primero que ven nuestros ojos al despertar es la sonrisa del otro.


En cuatro semanas nos graduamos del diplomado de negociación, comprendimos que podemos tener los mejores argumentos y ser grandes vendedores pero de nada sirve cuando nos valemos de besos para conseguir, arreglar, obtener y solucionar todo (o casi todo) que hay algunas cosas que nos tomarán mas tiempo, una buena cantidad de caricias y abrazos pero que al final todo resulta como el otro quiere, que consentirnos se ha vuelto tan placentero como conocernos.


Entendimos en cuestión de horas que las escenas de celos solo funcionan si aceptamos que lo que buscamos es un abrazo, un buen beso en público y dejarnos susurrar al oído una de las mil razones por las que a diario nos volvemos a elegir. 


Tenemos claro que quizá habrá siglos sin que nada ocurra pero en cuestión de segundos un milagro pueda pasar. Que mil días pueden significar nada mientras que cincuenta y dos significan todo. Comprendimos que no es la cantidad ni la calidad, es con quien compartimos la cantidad de calidad. 


Pasaron semanas para comprender que esperar muchas veces significa "dejar la vida pasar", y que aprovechar no siempre es sinónimo de "arriesgar". Sabemos que los paradigmas están para romperlos y los estereotipos para reírnos, nos dimos cuenta de que los sueños se vuelven gigantes si se sueñan en par y que el frío es menor si nos encuentra a los dos. 


Odiamos, sufrimos, quisimos, deseamos, detestamos, luchamos y nos rendimos pero nunca olvidamos. Encontramos la moraleja de la historia y comenzamos un nuevo capítulo, elegimos el nombre de los protagonistas y brindamos juntos mientras pensamos en el título de nuestro nuevo libro. 


Nos llevo años deducir que no es fácil, ni lo será, que queremos lo mejor y que en el otro lo encontramos. Que no buscamos el promedio y que conformarnos no es opción, pero que aún con todo, aceptamos el proyecto e invertimos el corazón. 


Decidimos que el drama se aprecia mejor en los libros, que a la vida se viene sin libretos, que el amor nos exige improvisación y que a veces las sabanas son el mejor telón. Sobre todo, hemos decidido ser, sin ser para el otro porque no nos necesitamos, sin embargo, nos preferimos, ni queremos ser por el otro, pues razones propias nos sobran, decidimos simple y sencillamente ser con el otro... Decidimos ser, juntos. 


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