lunes, 21 de septiembre de 2015

El que se fue para volver

Hace algunos días recibí un mensaje de Enrique, un amigo de hace años, de esos que no frecuentas pero que sabes que están ahí, literalmente por alguna parte del mundo.
Me sorprendió su repentino saludo y al ponernos al día me confesó dos cosas, la primera que me escribía porque necesitaba hablar con alguien inteligente y que estaba muy confundido.
Para simplificar el contexto, estaba en Málaga, España; atravesando un intercambio académico que lo encandiló hace seis meses.



"No estaba bien en México pero fui muy imbécil para no darme cuenta que no era el lugar, era yo"; prácticamente se fue huyendo de una avalancha de "problemas" y tenía ganas de pasarla bien, ya saben: libertinaje. Pero Are, con el tiempo me fui dando cuenta de lo realmente importante, no todo es fiesta y aunque algunos compañeros eran solidarios cuando por alguna razón no podía salir, no es lo mismo estar en tu hogar. Pero me da miedo volver, me quedan seis meses para terminar el intercambio y no quiero regresar "fracasado" tú sabes que soy muy orgulloso, sería como haberme rendido y en realidad la paso bien, pero estoy dejando mucho por tan poco.
Mi novia terminó conmigo, conoció a alguien en México y bueno, yo no fui el más claro ejemplo de fidelidad, no tenía idea de las relaciones a distancia.



Y tú, ¿que quieres?, supongamos que puedes pedir lo que sea, que tienes una varita mágica y todo puede ser como tú lo desees (siempre hago esta suposición para que dejen a un lado el miedo y los "peros"). Volver, quiero volver porque siento que no es mi sitio, que aprendí lo que debía aprender, porque la cerveza no me sabe si no la comparto con alguien que me ama, porque Ibiza no es mejor que Grill y porque no sé cuanto tiempo pueda seguir disfrutando a mi familia, los tengo ahora y estoy lejos, no quiero arrepentirme. Quiero reconquistar a Vane, ser un mejor hombre, pasar más tiempo con mis papás y quiero emprender mi propia empresa, terminar la escuela y conocer el mundo. Eso quiero. ¿Y qué te hace falta? Dejarme de %$&·"!  (ser valiente) pienso mucho y a veces la paso tan bien que no quiero volver, esto es un reto diario y me gustan los retos, aquí soy libre, pero es cierto "si eres libre, ese es el precio que debes pagar: la soledad", de muchos amigos ni me despedí, y ellos eran amigos de verdad, a muchas personas que alguna vez se preocuparon por mi, ni las gracias les di. 
Pero todo eso me ha tocado de vuelta, he aprendido y seguro estoy de que viajar es lo que me encanta, pero ya llegué a un nivel de consciencia en el que descubrí que todo se reduce a nada si no lo compartes con las personas correctas. Todo esto lo descubren monjes, o personas que atraviesan por una desgracia, yo me siento afortunado por no haber tenido que pasar por algo así, creo que tengo una segunda oportunidad y quiero tomarla, me costó mucho aprender a VALORAR todo lo que tenía y lo que era MI VIDA, y no sólo materialmente, nadie aquí me cuidó las fiebres como ella, extraño incluso las reconciliaciones, y para ser franco, no es fácil encontrar a una persona con la que tus ambiciones, metas, ideales, gustos, etcétera coincidan y se diversifiquen al mismo tiempo. Ella no sólo creía que yo era el mejor hombre del mundo, además me motivaba a serlo, eramos el impulso uno del otro, el mejor equipo, pero es claro, ella sí es la mejor mujer y más que obvio que busca al mejor hombre y yo, aquí, no lo fui.



La plática se tornaba cada vez más espiritual, llego un punto en que el chat fue poco y nos llamamos, tres horas se fueron como unos cuantos minutitos, compartimos varios puntos de vista, otros los debatimos a muerte, pero lo importante no era eso, si no la decisión. Tips sobre cómo decirle a sus papás, sobre las consecuencias y la forma de enfrentarlas, es decir todo un FODA de aquella situación, en momentos estaba convencido, en otros quería desertar, pero yo ya lo veía pronto de vuelta. Hicimos una lista, dos simples columnas (lo recomiendo para cualquier situación que no sepas que hacer)  en una, todo lo que perdía si volvía y en otra todo lo que ganaba si lo hacía, les dio un puntaje a cada una de las frases, al final hizo una suma y decidió volver. Es claro, cuando lo que puedes ganar es más de lo que puedes perder no hay duda para actuar.

El asunto en todo esto es que llega en cuatro días,  sus padres saben, lo tomaron bien, se dieron cuenta de que su decisión está tomada y que es sincero su anhelo por volver, a muchos de sus amigos de los que ni se despidió no les importa, con respecto a ella (en mi muy personal opinión) dudo que la "recupere", heridas así no sanan tan pronto y si yo estuviera en su lugar, no lo haría (ya te conté mis razones Kike).
Estoy fascinada con el cambio de este hombre y me vino una pregunta a la mente después de analizar su historia: ¿Porqué no salimos día a día de nuestra zona de confort? Es ahí donde ocurren las cosas realmente increíbles; cocina, lee algún libro difícil de entender, extraña, siente, sorprende, ponte en una situación incómoda, reta a tu otro YO, ese que tienes bien escondido para que no le pase nada, por que es él, quien puede llevarte al siguiente nivel.


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