viernes, 6 de diciembre de 2019

Sobre aprendizaje y protestas

Hace años que no escribo pero esto ameritaba líneas, ameritaba reflexión y ser compartido. 
Tiene 4 años y me dejó dudando de quién educa a quien, hablando sobre lo que sucede y metiéndose en la plática me dijo: "la UG no está sola".
Es increíble la capacidad que tiene una niña de su edad para no solamente ser solidaria y contarme de qué fue a gritar con su mamá a las escalinatas, sino además de ya saberse parte de una ciudad y un país en el que sus "mayores" no han hecho nada por hacerle justicia. 

El problema no es lo que hacen los estudiantes, lo que pensamos los egresados y el apoyo que la sociedad brinda de corazón. El problema son aquellos que permanecen inhertes, los que creen que a ellos jamás les pasará nada. O que creen que entre ellas y yo (o tú) hay alguna diferencia. Pero no, la diferencia es que nosotros aún tenemos voz, aún podemos gritar, aún podemos enseñar a nuestros hijos a apoyar, a quejarse, sobre todo a no ser parte de los que se "agachan y callan". 
Y no, normalmente no soy de quienes opinan sobre todo, porque no es mi asunto, no es mi problema. Pero esto si es mi problema, soy mujer, tengo papá, hermanos y un esposo increíble, pero también sobrinas, hermana y madre, no es cuestión de género (o si). 
Solo quiero pedirte un favor, si no tienes algo que apoyar, si tus comentarios y publicaciones no aportan, ahórratelas, no hace falta que nos escribas que tú eres super poderoso(a) y que jamás te pasará nada, enhorabuena por ti, habemos quienes si parecemos vulnerables y se accionará mientras se pueda, desde cada trinchera en que estemos, así que, tú tranquilo y si lo que vas a decir no es mejor que el silencio, guardalo para ti. Y si también eres de los que creen que los estudiantes, mujeres o quien se manifiesta es "porque no tiene nada que hacer". Créeme tienen mucho que hacer; por ejemplo: VIVIR TRANQUILOS, en ocasiones o en su defecto, simplemente VIVIR. 

sábado, 23 de julio de 2016

Cásate con él.

Cuando supe la noticia (por que la supe antes que tú) me emocioné mucho, pero cuando vi en esa foto tu sonrisa, me conmovió en verdad. Me lamenté no haber podido estar ahí, pero lo dejé pasar ya que fue por la misma razón que ustedes se unieron: amor. 
Me puse a pensar en cómo estás, quise llamarte pero tenía este sentimiento tan a flor de piel que decidí invertir unos minutos más para escuchar tu estridente "¡estoy feliz!" al teléfono. 


Estoy feliz por ambos, por él porque eligió a una mujer increíble y por ti, porque tienes a tu lado alguien que realmente te ama. Entonces, cásate con él, y no porque te lo propuso, proponer matrimonio es sólo un trámite a veces, muchos lo ven innecesario y sólo se platica, cásate con él porque ha estado pensando en ti, desde hace muchos meses cuál era la mejor manera de hacerte esa pregunta. 


Cásate con él, porque no está proponiéndote "intentarlo", "ver que sale", un mediocre "conozcámonos", ni un conforme "vivamos juntos". Cásate con él porque es un hombre seguro de lo que quiere, de dónde y con quién lo quiere. Cásate con él, porque ha tenido errores y ha sabido enmendarlos, porque tiene defectos que lo hacen perfecto para ti, cásate con él porque a pesar de cualquier circunstancia ha estado a tu lado.


Cásate con él porque no hay otra forma, lugar o persona que haga vibrar a tu corazón de esa manera, cásate con él porque sus planes son contigo, porque no ve la vida sin ti, ni tú sin él. Porque han tenido diferencias y disgustos, pero más días increíbles, momentos mágicos e inolvidables, por eso y porque ante todos han dejado claro que nacieron el uno para el otro, no para estar en el mismo camino, están completos y no necesitan mitades, pero sí para recorrer de la mano sus caminos: su vida.


Y por último: cásate con él, o mejor dicho: cásense porque han tomado una decisión crucial en sus vidas, algo que muy pocos alcanzamos a dimensionar: elegir con quien pasar el resto de sus vidas, apenas puedo imaginar lo maravilloso que debe sentirse que esa persona que tienes enfrente esté segura de que tú eres la mejor persona sobre la tierra y que quiera llegar hasta sus últimos días contigo. Por que como leí hoy: "porque con amor, hasta morirse es bueno". 

martes, 5 de julio de 2016

Necesitas equivocarte más.

Estaba como pasmada, estaba algo así como en shock, me acababa de dar cuenta de que no había mucho más que pensar pues mi mente ya estaba situada en el futuro, resolviendo lo que se venía, solo me estaba auto-engañando al creer que aún había más opciones, pero no, en realidad ya sabía lo que quería, al hacerlo consciente, automáticamente me rodó una lágrima y casi como magia, sonó el teléfono.

Fue una de esas Diosincidencias que por milagro a veces suceden, te ponen en el lugar, hora, modo y tiempo perfecto. No tuve mucho más que decir, supo perfectamente como estaba, mi voz entrecortada dejó ver más de lo que tenía pensado contar y con un suspiro, antes de terminar el saludo, me preguntó: ¿qué pasó?, parece ser que tenemos un botón de llanto desbordado e involuntario que se activa con ciertas frases, esa fue una de ellas.


Terminé de contarle, como siempre sucede, a medida que expulsas en forma de anécdota todo lo que pasó, el llanto cesa y tu respiración vuelve poco a poco como la de un niño en preescolar en su primer día de clases volviendo a casa. Sin mayor problema, con toda la serenidad me respondió: "necesitas equivocarte más". De un golpe, mis pupilas reaccionaron, mi sangre se detuvo y mi expresión cambió en milésimas de segundo.



Antes de que pudiera comenzar mi dramatización: interrumpió, "es claro que si te encuentras en una disyuntiva de ese grado, es porque no has aprendido lo suficiente, de haberlo hecho, no habría una segunda opción". Maldita sea, tenia toda la boca y todo el enunciado repleto de razón, era algo por lo que ya había pasado una, otra, otra y otra vez, no, espera... y otra vez, pero seguía sin entender. Algo pasa con esa adicción a equivocarnos, es la vida salvándote de lo que NO es para ti, de lo que NO debes hacer. Pero cierto, poniéndote justo en donde TIENES que aprender.




lunes, 4 de julio de 2016

Sobre mentiras

A propósito de mentiras, por varios mese, años he sido parte, testigo, autora y victíma de algunas mentiras, hoy después de meditar, me dí a la tarea de encontrarle un propósito a las mentiras, de encontrarle un lado diferete al que le encuentran la mayoría de las personas, despues de todo, no deben ser tan malas si a algunas las llamamos "piadosas".


Es un hecho que no tuve mucho éxito en mi búsqueda, pero entendí algo, entendí que las mentiras son como los fracasos, no se sienten bien pero nos enseñan mucho más de lo que pensamos, nos mantienen algún tiempo en medio de una ilusión, pero al finalizar la ilusión nos enteramos de la realidad que estaba detrás de ellas. Entendí que a medida que descubrimos una, como plaga vienen mil más. También llegué a la conclusión de que eso pasa porque cuando mentimos, no nos queda de otra que seguir inventando mentiras para ocultar las otras, pero, ¿qué clase de seres "pensantes" somos? Si está demostrado que la única característica irrefutable de las mentiras es que SIEMPRE se saben.

Tenemos claro que en algún momento se descubrirán y aún así preferimos decepcionar ilimitadas veces. Las "mentiras en acción" nos dejan ver lo "creativos" que podemos llegar a ser para decir, hacer, esconder o cambiar la realidad. Pero las "mentiras desactivadas" nos dejan ver un poco de lo malos que podemos llegar a ser, de cuánto estamos dispuestos a lastimar.


Pero si, si tienen un propósito, las mentiras nos vuelven presos del miedo, de la duda y de las eternas heridas que pueden causar, ese miedo que sólo se va cuando encontramos a alguien que nos demuestra, contra cualquier probabilidad que en él (ella), si podemos confiar.






Primeras y últimas veces

Siempre habrá una última vez, al igual que hay primeras veces, de cualquier modo terminan matándote o haciéndote renacer. Como la primera vez que ingenuamente te diste cuenta que te enamoraste. Y esa inolvidable primera vez que te hicieron trizas el corazón,
El sudor de tus manos durante tu primer beso. Seguramente del primer adiós que dijiste no te acuerdas, pero si del que más te dolió decir, peor aún, del que más te dolió escuchar.


Ni hablar de aquella vez en la que apostaste hasta el alma, sin probabilidades de ganar y en efecto perdiste, o esa, precisamente en la que ganaste más de lo que dimensionabas y tu felicidad desbordó cualquier límite. Siempre habrá una primera vez en la que entiendas a que se referían con las crisis del cuarto de siglo, porque te pegará, y pegan duro.


Habrá siempre un momento inoportuno, una mirada o un perfume en plena calle que te haga recordar esos ojos, esos por los que justaste que existía el amor a primera vista y de pronto y de golpe llega aquella primera carta, aquel primer empleo y esa última discusión, ese día en que cerraste el libro y lo devolviste a la biblioteca sin empezarlo.


Solo queda claro que siempre hay una primera vez para todo, y unas dejan más huellas que otras pero todas, todas esas primeras y últimas veces nos dejan diferentes, llenos o incompletos, ninguna sucede por casualidad, todas pasan por que las necesitábamos, porque si te pones a reflexionar, había algo que aprender en cada una de ellas.


Al ritmo de las gotas

A diferencia de muchas personas, la lluvia no me daba miedo, el sonido del agua en medio de la noche me tranquilizaba. Era más bien una especie de catalizador de recuerdos, mientras sabía que otros imaginaban movimientos y ruidos inexplicables, yo con todo el valor de que dormiría sola me senté en la mesa, mirando a la ventana y al ritmo de las gotas inevitablemente me  puse a pensar.


Y pensé en todo y en casi nada, en las tardes de sol tejida en el tráfico, en las noches de luna llena y en aquella noche matizada con ese cielo estrellado que algunos dicen que "no pasa". Me detuve casi como parada obligada en mi hoy, en este nudo de preguntas que me estorba en la cabeza y entendí que de deshacerlo era el momento.


Hice un trato con mi té, al que se le escapaba el calor de la misma manera que a mi la nostalgia. Acordamos que al ritmo de las gotas caerían frente a mi todos esos miedos, disfrazados de dudas que hoy venían a hacer ruido igual que la lluvia. Así fue, fueron cayendo una a una y a medida que el cielo se tornaba menos trazado de nubes, fui descubriendo que los miedos no eran más que soldadillos del corazón.



De un corazón que al recordar su sitio comenzó a latir al ritmo de las gotas, no era taquicardia, era su saludo, su reclamo discreto por no haberle escuchado antes, pero estábamos ya reunidos y sin tanto lío nos hablamos derecho, como lo hacen aquellos que se les acabo el tiempo destinado a perderse. Y, al ritmo de las gotas, nos terminamos aquel té, se consumió esa vela y se redujo el inventario de nubes, de miedos, de dudas.

Él

Es alto, de la cabeza a los pies, como de la cabeza al cielo, su piel morena es la más suave si te atreves a tocarla con el alma. Su cabello, cual oscura soledad son. Sus ojos, tan claros, tan brillantes, tan hermosos que sin pensarlo robarías su mirada.



Esa mirada tan tierna, tan dominante, esa mirada soñadora, cautivadora, de la que una vez encantándote ya no puedes escaparte.De sonrisa que encandila como un nuevo día, su boca, tan perfecta, deliciosa que solo provoca una cosa; robar sus exquisitos besos, tan irresistibles, tan apasionados, llenos de un ingrediente que yo he disfrutado, ese par de labios en el que ansío perder mi último aliento.

Cada uno de sus rasgos son como de un gitano que mi corazón ha hechizado y que intenta enamorarlo. Sus brazos son fuertes, formados, puestos frente a mi sólo para provocarme anhelar estar prisionera de ellos y despedir la respiración en un eterno abrazo.


Es él, en momentos tan dulce e imposible es ignorarlo y no caer en su lecho rendida. Es muy alegre, como nadie que haya conocido, su alegría es contagiosa que no evito sonreírle.
Todo él es maravilloso por fuera como en su interior, todo él es un delirio que ya no puedo contener.