viernes, 18 de septiembre de 2015

Carpaccio

Lo saque del congelador unos segundos antes, era todo un reto rebanar el salmón, digamos pues, que, no soy la numero uno, pero algo te aprendí.
El aceite de oliva era testigo de mis nervios, quería preguntar ¿así? Pero evidentemente ni el balsámico ni la pimienta iban a responderme, y dudaba mucho que la albahaca me corrigiera.

Logre concentrarme distrayéndome con recuerdos, la playlist de los boleros ayudo bastante, y como no tenía quien me sirviera una copa, entonces pause el cuchillo (si, mala idea, perdía frío la carne) pero tenía que relajarme, después de todo, esta noche nadie intentaría seducirme. 

La cita era conmigo y tu recuerdo, les debía un último brindis. Era lo contrario a una despedida de soltera, era una bienvenida.

Y pasaron horas, como paso nuestro aniversario, frío y sin aviso, pensándolo bien, después de todo nunca fue un cuento de hadas, es solo que mi imaginación sobrepasa siempre los límites. 

El maridaje y la dicha convertida en recuerdos que trae este sabor es algo que no cambio por nada, de pronto duele, pero eso es bueno, que duela, para recordar, así, cuando recuerdo aprendo y aprendo para no repetir, y al decir "no repetir" no hablo del carpaccio. 

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