lunes, 4 de julio de 2016

Primeras y últimas veces

Siempre habrá una última vez, al igual que hay primeras veces, de cualquier modo terminan matándote o haciéndote renacer. Como la primera vez que ingenuamente te diste cuenta que te enamoraste. Y esa inolvidable primera vez que te hicieron trizas el corazón,
El sudor de tus manos durante tu primer beso. Seguramente del primer adiós que dijiste no te acuerdas, pero si del que más te dolió decir, peor aún, del que más te dolió escuchar.


Ni hablar de aquella vez en la que apostaste hasta el alma, sin probabilidades de ganar y en efecto perdiste, o esa, precisamente en la que ganaste más de lo que dimensionabas y tu felicidad desbordó cualquier límite. Siempre habrá una primera vez en la que entiendas a que se referían con las crisis del cuarto de siglo, porque te pegará, y pegan duro.


Habrá siempre un momento inoportuno, una mirada o un perfume en plena calle que te haga recordar esos ojos, esos por los que justaste que existía el amor a primera vista y de pronto y de golpe llega aquella primera carta, aquel primer empleo y esa última discusión, ese día en que cerraste el libro y lo devolviste a la biblioteca sin empezarlo.


Solo queda claro que siempre hay una primera vez para todo, y unas dejan más huellas que otras pero todas, todas esas primeras y últimas veces nos dejan diferentes, llenos o incompletos, ninguna sucede por casualidad, todas pasan por que las necesitábamos, porque si te pones a reflexionar, había algo que aprender en cada una de ellas.


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